Cuando se planteó la idea de pujar por la cruz de Sotheby’s se reflexionó también sobre el posible destino de la cruz. Y se propuso que el destino no fuera un museo o institución análoga. El museo de Burgos tiene ya tres cruces similares. La catedral, desde luego, cuenta con muchísimas piezas que contemplar. Por ello parecía conveniente hacer con la cruz algo diferente de colocarla como una pieza más en un sitio en el que ya hay suficientes maravillas que contemplar.

Además, las cruces procesionales se hicieron sobre todo para pueblos y tendría lógica que volvieran a ellos. Pero no para encerrarlos en la sacristía. Se trata de difundirlas y si además aprovecha para potenciar ofertas culturales y turísticas de pequeñas poblaciones, mejor. La mayoría de las cruces procesionales se hicieron para pueblos, y tendría lógica que volvieran a ellos.

La cruz procesional que estaba pensada precisamente para la calle, para estar fuera. Por eso se decora por ambos lados. Porque su destino no es una pared, sino el exterior. Y las nuevas técnicas parece que empiezan a permitir exponer objetos más allá de los recintos cerrados. Una cruz procesional puede encapsularse dentro de resina epoxi o colocarse dentro de una vitrina hecha con este material. Ello se monta sobre una base, por ejemplo de piedra. Y ya está, es una cruz que se puede poner en la puerta de una iglesia, en una plaza o, por menos, en un patio o similar.

Las mejoras en la seguridad, incluyendo la posibilidad de hacer réplicas exactas en impresión digital, van también en esta dirección de romper fronteras entre lo que se puede exhibir dentro y fuera. Y tal vez casi lo natural es que entre los primeros objetos que salgan son los que precisamente estaban hechos para eso, para salir; las cruces procesionales.