19 de julio de 1921
Detalles del tralado de la reliquia del rey San Fernando

BURGOS 19.- Los regimientos de la Lealtad y de San Marcial y tropas de Intendencia cubrieron esta mañana las calles por donde había de pasar la comitiva encargada del traslado de la reliquia del rey Fernando, fundador de la Catedral de Burgos, desde el palacio arzobispal hasta la Catedral.
A la hora anunciada se sacó la reliquia de la capilla de la Universidad Pontifica de San Jerónimo.
En primer término iban los sacerdotes de la archidiócesis; luego representantes de las Ordenes religiosas y el Cabildo, y en medio de éste, la reliquia, conducida sobre andas, llevadas por soldados de Ingenieros. Seguían el Cardenal Arzobispo de Burgos, los Obispos de Santander, Palencia, Hueca, Pamplona, Madrid-Alcalá, Osma, y Arzobispo de Valencia, presididos por el Nuncio de Su Santidad. En otra presidencia figuraban el Ministro de Instrucción pública; el Capitán General, señor Carbó, las restantes autoridades civiles, varios generales y comisiones de todos los Cuerpos.
La carrera ofrecía magnífico aspecto.
Al pasar la reliquia por el Arco de Santa María las campanas de la Catedral fueron lanzadas a vuelo, y una batería hizo las salvas de ordenanza. Mientras, evolucionaban varios aeroplanos.
Llegada la procesión al templo metropolitano y ocupados los sitiales por las autoridades, el ministro se colocó junto al trono que se ha habilitado para los reyes.
La reliquia fue colocada a la derecha del altar, y junto a éste se sentaron los representantes militares.
El Obispo de Huesca, Pedro Zacarías Martínez, pronunció una elocuente plática acerca de la vida del rey Fernando.
La orquesta estuvo colosal interpretando la misa de Beethoven.
Terminada la ceremonia, comenzó el desfile de tropas, que fue presenciado por numeroso público.
Vísperas. Predica el Cardenal. Exposición
Por la tarde se cantaron solemnes vísperas en la Catedral, predicando el Cardenal Benlloch y cantando los padres Benedictinos la «Schola Cantorum», los padres Carmelitas y Jesuitas y la capilla de la Catedral.
Hoy ha quedado abierta la Exposición de Agricultura.
Llegada de los reyes. El rey y los segadores. La entrada en Burgos
BURGOS 19.- Los reyes don Alfonso y doña Victoria, acompañados por el infante don Fernando, acaban de hacer su entrada solemne en esta capital, siendo objeto de un cariñosísimo y entusiasta recibimiento.
Desde mucho antes de llegar los soberanos, las calles por donde habían de pasar se encontraban llenas de público.
Todas las casas de la población ostentaban colgaduras y en los edificios públicos ondeaba la bandera nacional.
El júbilo y el entusiasmo eran extraordinarios en todas partes.
Precediendo a los reyes llegó la caravana automovilista de Santander, compuerta de numerosos coches, en los cuales venían muchas aristocráticas personas de Madrid y de la Montaña.
A recibir a los automóviles salieron los aeroplanos, que estuvieron haciendo notables evoluciones en todo el trayecto.
A las cinco de la tarde llegaron los reyes y su séquito a la hermosa quinta de Las Delicias, que cerca de Burgos posee el vicedirector del Instituto general, don Rodrigo Sebastián, en la que habían de cambiar de trajes.
Poco antes, a nueve kilómetros de Burgos, se detuvo el rey en la carretera; frente al pueblo de Vivar del Cid.
Estaban allí, segando las mieses, numerosos obreros, y don Alfonso estuvo hablando con ellos.
Hizo su majestad que lIamaran al alcalde del pueblo, y con éste también estuvo conversando varios minutos.
Preguntó el alcalde quién era el diputado del distrito, y como Vivar pertenece a la circunscripción de Burgos, el alcalde contestó que uno de ellos era el señor Aparicio.
El soberano dijo al alcalde que siendo el señor Aparicio ministro, debía procurar que se mejorase la carretera.
Los segadores, despidieron al rey con cariñosas manifestaciones.
Después de cambiar de traje en la quinta de «Las Delicias», los reyes se dirigieron a la capital, en la que hicieron, su entrada a las seis en punto.
El soberano vestía uniforme de capitán general, y doña Victoria elegantísimo traje de tonos claros.
Desde que la comitiva regia entró en la ciudad, estallaron calurosas ovaciones, saludando a los reyes con estruendosos vítores, que se repetían sin cesar en todo el trayecto. Las baterías del castillo hacían las salvas de ordenanza, las bandas de música tocaban la Marcha Real, se dispararon centenares de cohetes y repicaban las campanas. Desde los balcones de las casas, atestados de señoras y señoritas, se arrojaba al paso del cocho regio enorme cantidad de flores.
Sus majestades, muy satisfechos y emocionados, saludaban, sonriendo, a todas partes.
La regia comitiva se dirigió al Palacio arzobispal, sin que se interrumpieran en ningún momento las ovaciones.
Al llegar los soberanos fueron recibidos por el Cardenal Benlloch y los demás Prelados y los representantes de
las Corporaciones.
Sus majestades se asomaron inmediatamente al balcón y presenciaron el desfile de todas las fuerzas de la guarnición, que habían cubierto la carrera.
Mandaba las fuerzas el capitán general, señor Carbó. El desfile fue muy brillante.
El público continuó aclamando a sus majestades con gran entusiasmo.

Recepción. Damas de la Cruz Roja
Asisten a ella todos los Prelados, las autoridades, Comisiones de los Cuerpos de la guarnición y de todos los Centros y Corporaciones, representantes en Cortes, Ayuntamiento, Diputación y muchas distinguidas personas.
La reina ha impuesto también los brazaletes de la Cruz Roja a numerosas señoras.
Banquete en el palacio arzobispal
Por la noche se celebró en el palacio arzobispal un banquete de veinticuatro cubiertos. Asistieron los reyes, el infante don Fernando, la duquesa de San Carlos, el ministro de Instrucción pública, el Cardenal Benlloch, el alcalde y los señores que componen la Junta del Centenario. El monarca habló de asuntos burgaleses, y se mostró encantado de su estancia en esta capital.
Terminado el banquete, los reyes y el infante se dirigieron al Casino y al Salón de Recreo.
Durante el trayecto fueron incesantemente vitoreados por la muchedumbre.
En el Casino. Los reyes, nuevamente aclamados
En el Casino fueron recibidos por la Junta de la Sociedad. Entraron, en medio de aclamaciones, en el salón de tapices, donde escucharon un concierto. Luego pasaron a la rotonda donde se sirvió un champagne de honor.
Los soberanos recorrieron las diversas dependencias, elogiando la espléndida instalación. Luego pasaron a la sala de fiestas, dónde se celebró un baile. El rey bailó con las señoritas burgalesas de García Fernández y Gómez Carcelo. La reina bailó con el teniente de Artillería señor Despujol.
Los monarcas se retiraron entre aclamaciones a las once de la noche. Antes de salir, se asomaron al balcón. El público les tributó una formidable ovación.
En el teatro principal, que ofrecía un impresionante aspecto, se estrenó el drama «El rebaño», original del señor López Martín.
